Deficiencia de hierro y perimenopausia: ¿Cuáles son los signos?
Cómo pueden afectar los cambios hormonales de la perimenopausia a los niveles de hierro y qué síntomas hay que tener en cuenta.
Cosas importantes a saber sobre la carencia de hierro y la perimenopausia:
Los sangrados menstruales abundantes son una de las principales causas de carencia de hierro en mujeres y personas con ciclos en todo el mundo.
Los cambios hormonales durante la perimenopausia pueden aumentar el riesgo de sangrados intensos.
La deficiencia de hierro no tratada puede provocar anemia, una afección en la que el organismo no tiene suficiente hierro para crear glóbulos rojos sanos.
Los síntomas comunes de la anemia ferropénica incluyen fatiga, debilidad, piel pálida y dificultad para respirar.
Monitorear tus patrones de sangrado y las experiencias relacionadas del ciclo en Clue puede ayudarte a identificar la deficiencia de hierro antes de que se convierta en anemia.
La perimenopausia es la fase de transición hacia la menopausia. Durante la perimenopausia, las hormonas reproductivas como el estrógeno y la progesterona fluctúan significativamente y luego disminuyen gradualmente, provocando cambios en los patrones de sangrado (1). Muchas personas tienen periodos más abundantes durante la perimenopausia, lo que puede provocar una pérdida importante de hierro (2). Si la ferropenia (deficiencia de hierro) no se trata, puede afectar al trabajo, las relaciones, el bienestar físico y mental y la calidad de vida en general de una persona (3). Por desgracia, muchos profesionales sanitarios parecen ignorar que la carencia de hierro también es preocupante en la perimenopausia (2). Reconocer la ferropenia en la perimenopausia puede ser un reto, porque síntomas como la fatiga, los mareos y la niebla cerebral pueden confundirse fácilmente con experiencias típicas de la perimenopausia (3). Conocer los signos de la falta de hierro puede ayudarte a obtener un diagnóstico y un tratamiento antes de que se convierta en anemia (4).
"Un nivel bajo de hierro somete a estrés a todos los sistemas orgánicos, que trabajan más para responder y compensar el déficit. Los efectos de la carencia de hierro en la calidad de vida durante la transición a la menopausia y después son cada vez más evidentes." - Emma Bardwell, nutricionista titulada de Active Iron
¿Por qué necesitamos hierro?
El hierro es un mineral esencial que contribuye a muchas funciones corporales (5). Ayuda a producir hemoglobina, la proteína de los glóbulos rojos que transporta el oxígeno por todo el cuerpo. El oxígeno es crucial para la función celular, la energía y la salud en general (5). Obtenemos la mayor parte del hierro de los alimentos, que se absorbe en los intestinos antes de almacenarse en el hígado en forma de ferritina, una proteína. Este hierro almacenado se libera cuando es necesario para crear nuevas células sanguíneas (5). Si las reservas de hierro se agotan más deprisa de lo que pueden reponerse, puede producirse ferropenia y anemia ferropénica (3).
¿Cuál es la diferencia entre carencia de hierro (ferropenia) y la anemia ferropénica?
La carencia de hierro (ferropenia) significa que el organismo tiene niveles bajos de hierro (5). Es la deficiencia nutricional más común en todo el mundo, y afecta sobre todo a niñas y mujeres en edad reproductiva (5). Si la carencia de hierro no se trata, puede provocar anemia ferropénica (6).
De hecho, el 30% de mujeres no embarazadas y el 37% de las mujeres embarazadas a nivel mundial están afectadas con anemia (7). La ferropenia es responsable de unas tres cuartas partes de todos los casos de anemia (5).
Se produce cuando el organismo carece de hierro suficiente para mantener sanos los glóbulos rojos que transportan oxígeno (5). La anemia puede afectar significativamente a tu salud y calidad de vida, por lo que la detección precoz y el tratamiento son esenciales (6).
¿Cuáles son los síntomas de la carencia de hierro y de la anemia ferropénica?
Reconocer los síntomas puede ser difícil porque pueden atribuirse fácilmente a otras enfermedades (2). Los síntomas pueden comenzar cuando los niveles de hierro son bajos y aumentar gradualmente en gravedad a medida que la carencia de hierro progresa hasta convertirse en anemia ferropénica.
Los síntomas más frecuentes son (2,8):
Fatiga y poca energía
Dificultad para respirar
Debilidad
Falta de concentración y niebla cerebral
Latidos rápidos
Dolor de cabeza
Piel pálida o amarillenta
Uñas quebradizas
Pérdida de cabello
Los niveles bajos de hierro también pueden debilitar el sistema inmunitario, haciéndote más vulnerable a las enfermedades (2).
6 de cada 10 personas que utilizan Clue Perimenopausia y realizan un seguimiento de sus niveles de energía han registrado "Agotamiento".
¿Qué relación existe entre la perimenopausia y la carencia de hierro?
Durante la perimenopausia y mientras tu cuerpo atraviesa cambios hormonales, puedes experimentar nuevos cambios físicos y emocionales (1). Uno de los primeros signos puede ser un cambio en tu ciclo menstrual. Puedes notar ciclos más cortos o más largos, un flujo más abundante o más ligero y reglas prolongadas (9,10).
Durante la perimenopausia, es frecuente que los ciclos se vuelvan impredecibles y que las reglas sean más abundantes (10). Esto puede deberse a los ciclos anovulatorios -en los que no se produce la ovulación- y a afecciones como los miomas (crecimientos no cancerosos de tejido muscular dentro o sobre el útero), que se hacen más frecuentes durante esta época (3,11). Las reglas abundantes pueden provocar una pérdida sustancial de hierro con el tiempo, y son una causa frecuente de anemia ferropénico en las mujeres perimenopáusicas (3).
El sangrado menstrual intenso se define como un sangrado excesivo que afecta a la calidad de vida de la persona (5). Esos periodos muy fuertes pueden repercutir en el trabajo, las relaciones y la vida cotidiana, sobre todo si provocan deficiencia de hierro o anemia (5). Las investigaciones muestran que aproximadamente 1 de cada 4 mujeres mayores de 41 años puede experimentar sangrados muy intensos (2). El sangrado menstrual intenso es un conjunto de síntomas conocidos colectivamente como sangrado uterino anormal, que también incluye alteraciones en la frecuencia, duración y regularidad de los periodos (12).
En algún momento, los ovarios dejan de producir estrógenos, y el sangrado menstrual cesa por completo, marcando el final de la edad reproductiva. La menopausia es la ausencia total de periodos durante un año completo (1). Aunque la edad media de la menopausia es de 51 años, la perimenopausia puede durar desde unos pocos meses hasta 11 años (9,13).
2 de cada 3 personas que utilizan Clue Perimenopausia realizan un seguimiento de periodos muy intenbsos
La relación entre los estrógenos y la carencia de hierro
Durante la perimenopausia, los cambios en los niveles de estrógenos también pueden afectar a la forma en que el organismo gestiona el hierro (14). El estrógeno ayuda al organismo a absorber el hierro reduciendo una hormona llamada hepcidina, que normalmente ralentiza la absorción del hierro. Cuando descienden los niveles de estrógenos, pueden aumentar los de hepcidina, lo que dificulta al organismo la absorción del hierro de los alimentos (15). Esto, combinado con sangrados muy intensos—-que son frecuentes durante este periodo—, puede provocar una carencia de hierro, porque el cuerpo utiliza las reservas de hierro más deprisa de lo que puede reponerlas.
Tras la menopausia, suelen aumentar los niveles de hierro en el organismo (14). El descenso significativo de estrógenos provoca cambios en la regulación del hierro. Sin la pérdida regular de sangre por el periodo, el hierro puede acumularse en el organismo, y a menudo se observan niveles más altos de ferritina (14). Algunas personas en la menopausia pueden incluso tener demasiado hierro, lo que puede ser un problema para la salud (14). Sin embargo, si alguien ya tenía un nivel bajo de hierro antes de la menopausia, puede que aún necesite vigilar su ingesta de hierro (16).
La relación entre las hormonas tiroideas y la carencia de hierro
Los niveles de hierro y la función tiroidea están estrechamente relacionados. Las hormonas tiroideas ayudan al organismo a utilizar el hierro, mientras que unos buenos niveles de hierro favorecen la producción de hormonas tiroideas (17). Las investigaciones demuestran que la carencia de hierro puede alterar las hormonas tiroideas y aumentar el riesgo de problemas de tiroides. Cuando la tiroides no funciona bien, también puede dificultar que el organismo absorba y utilice el hierro. Esto puede aumentar el riesgo de deficiencia de hierro (18).
El hipotiroidismo, que significa tener bajas las hormonas tiroideas, puede causar síntomas como fatiga, calambres musculares, cambios en el pelo y la piel, y hemorragias menstruales abundantes o imprevisibles. Estos síntomas también son frecuentes durante la perimenopausia, debido a los cambios en los niveles hormonales de estrógenos y progesterona (19). Esto puede dificultar que los profesionales sanitarios detecten el hipotiroidismo en personas perimenopáusicas y menopáusicas basándose únicamente en los síntomas clínicos (19). A medida que envejecemos, aumenta nuestro riesgo de disfunción tiroidea, lo que significa que es más probable que tengamos problemas con la tiroides en la perimenopausia y después (19). Se recomienda que las personas con problemas de tiroides comprueben periódicamente sus niveles de hierro y traten los niveles bajos (17).
¿Qué otros factores pueden aumentar el riesgo de deficiencia de hierro y de enemigo?
Aunque los cambios hormonales durante la perimenopausia pueden influir en los niveles de hierro, hay otros factores que pueden contribuir a la carencia de hierro, como por ejemplo:
Dieta pobre en hierro: no comer suficientes alimentos ricos en hierro puede provocar una carencia. Un estudio descubrió que más de 9 de cada 10 mujeres menstruantes no obtenían suficiente hierro de su dieta (2). Las dietas vegetarianas y veganas pueden aumentar el riesgo de deficiencia de hierro, ya que el hierro hemo (presente en la carne, las aves y el pescado) se absorbe más eficazmente que el hierro no hemo (presente en frutas, verduras y cereales) (20). Un estudio descubrió que 4 de cada 10 mujeres veganas menores de 50 años tenían carencia de hierro (2).
Dietas restrictivas y ayuno: muchas mujeres perimenopáusicas pueden recurrir a dietas restrictivas o al ayuno para controlar el peso durante esta etapa de la vida, a menudo sin darse cuenta de que estos enfoques pueden reducir nutrientes esenciales como el hierro (2). Suprimir alimentos, especialmente los ricos en hemo-hierro (como la carne), o seguir rutinas de dietas intensas puede reducir significativamente los niveles de hierro, lo que puede aumentar el riesgo de deficiencia con el tiempo.
DIU de cobre: puede provocar reglas más abundantes, y se ha descubierto que más de 1 de cada 4 mujeres que utilizan este método tienen carencia de hierro (2).
Afecciones gastrointestinales: la pérdida de sangre no menstrual también puede provocar carencia de hierro, y puede deberse a afecciones como gastritis (inflamación del estómago), esofagitis (inflamación del esófago), úlceras, infecciones o tumores en el esófago, el estómago, el intestino delgado o el colon. Además, afecciones como la celiaquía, la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn pueden dificultar la absorción del hierro (8).
El embarazo: durante el embarazo, la demanda de hierro del organismo aumenta significativamente (21). La carencia de hierro y la anemia durante este periodo pueden provocar complicaciones tanto para la persona embarazada como para el feto en desarrollo (21).
¿Cómo se diagnostican la ferropenia y la anemia ferropénica?
En la actualidad, no existen directrices en EE.UU. que recomienden el cribado regular de la ferropenia entre las mujeres adultas, y el cribado se centra principalmente en la anemia de las embarazadas (22). Eso significa que muchos casos de carencia de hierro durante la perimenopausia pueden pasar desapercibidos hasta que evolucionan a anemia ferropénica (2,6). Hacer un seguimiento de tus patrones de sangrado y de las experiencias relacionadas puede ayudarte a defenderte para obtener un diagnóstico de ferropenia antes de que se convierta en una anemia.
Si tu médico sospecha que tienes ferropenia o anemia, te preguntará sobre tu dieta y tu historial médico (2). También pueden realizar análisis de sangre, por ejemplo:
Hemograma completo: ayuda a evaluar tu estado general de salud y a detectar trastornos midiendo los glóbulos rojos, la hemoglobina y otros componentes de la sangre (8).
Niveles de ferritina: esta prueba comprueba las reservas de hierro de tu organismo y es crucial para identificar la ferropenia antes de que evolucione a anemia (6).
Una vez diagnosticado el déficit de hierro o la anemia, tu médico puede investigar las posibles fuentes de pérdida de sangre (3). Si tienes un sangrado menstrual intenso, puede realizarse una ecografía de la pelvis y una biopsia del revestimiento uterino para identificar el origen (2). Otras pruebas podrían ser una prueba de embarazo, una prueba de hormonas tiroideas, una prueba de sangre oculta en heces para comprobar si hay sangre en el tubo digestivo y una colonoscopia (procedimiento que examina el tubo digestivo inferior) (2,10).
¿Cómo se trata la carencia de hierro?
Tanto si experimentas síntomas leves como si te han diagnosticado anemia ferropénica, existen estrategias eficaces para ayudarte a reponer tus reservas de hierro.
Dieta: incorpora a tu dieta alimentos ricos en hierro, como carne, pescado, aves, verduras de hoja verde, legumbres y cereales enriquecidos con hierro. Emparejar estos alimentos con otros ricos en vitamina C, como los cítricos o los pimientos, puede mejorar la absorción del hierro (8).
Suplementos: aunque la ingesta dietética es importante, los suplementos de hierro suelen ser el tratamiento de primera línea tanto para la ferropenia como para la anemia (5). Hay varios tipos de suplementos con diferentes cantidades de hierro, pero las dosis más altas no siempre son mejores. Tomar demasiado hierro puede provocar efectos secundarios como estreñimiento o náuseas, y los estudios sugieren que tomar un suplemento de hierro en días alternos es tan eficaz como tomarlo a diario, con menos efectos secundarios (23). Tu profesional de salud puede ayudarte a encontrar la dosis adecuada para ti.
Terapia con hierro intravenoso: cuando la terapia oral no se tolera o no funciona con suficiente rapidez, la terapia con hierro intravenoso (administrado por las venas) puede ser una opción. Sin embargo, este método suele ser más caro y puede tener efectos secundarios adicionales (5).
¿Cuándo debería consultar con un profesional de la salud?
Si te preocupa la falta de hierro, sobre todo si tienes sangrados intensos, consulta a tu médico. Empapar una compresa o un tampón cada dos horas o tener periodos que duren más de ocho días puede aumentar el riesgo de carencia de hierro y anemia (24,25). Tu médico puede ayudarte a determinar la causa de tus síntomas y comentarte las opciones de tratamiento si sospechas que tienes sangrados abundantes y un nivel bajo de hierro.
Dependiendo de la causa, pueden sugerir métodos anticonceptivos hormonales, como los anticonceptivos orales combinados o los DIU hormonales, para regular y reducir los sangrados (10). Los medicamentos no hormonales, como el ibuprofeno y el ácido tranexámico, también pueden ayudar a controlar la pérdida de sangre (10,26). Si es necesario, existen opciones quirúrgicas, como la miomectomía (extirpación de los miomas), la embolización de la arteria uterina (bloqueo del flujo sanguíneo al útero para reducir el tamaño de los miomas), la ablación endometrial (extirpación o destrucción del revestimiento uterino) y la histerectomía (extirpación del útero y, a veces, de los ovarios y las trompas de Falopio), que es una solución permanente para los casos graves (25).
Si experimentas algún sangrado después de llegar a la menopausia, consulta a un profesional de salud, ya que puede requerir una evaluación más exhaustiva (27). Puedes utilizar Clue para hacer un seguimiento de tus patrones de sangrados, niveles de energía y experiencias como la niebla mental o la memoria corta. Llevar un registro de tus experiencias puede ser útil para cualquier conversación que tengas con los profesionales sanitarios. Ten en cuenta que es posible que esos profesionales no detecten sistemáticamente la falta de hierro o la anemia en las mujeres perimenopáusicas, por lo que es esencial que hables si crees que algo no va bien (28).
Preguntas frecuentes
¿Debería comprobar mis niveles de hierro?
La Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia recomienda que todas las mujeres y niñas que menstrúan se sometan periódicamente a pruebas de detección de la ferropenia, y no sólo de la anemia (29). Desgraciadamente, esta recomendación no se ha aplicado ampliamente en la atención primaria en EEUU. Las directrices actuales del Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos sólo recomiendan el cribado de la anemia ferropénica durante el embarazo (22).
Si crees que puedes tener ferropenia, habla con tu médico y pídele que compruebe tus niveles de hemoglobina y ferritina (5). Las personas veganas y los vegetarianas deben controlar regularmente sus niveles de hierro, ya que pueden correr un mayor riesgo de padecer ferropenia (30).
¿Debería todo el mundo tomar suplementos de hierro?
No necesariamente. La mayoría de las personas deberían poder obtener todo el hierro que necesitan comiendo una dieta variada y equilibrada (20). Antes de tomar cualquier suplemento, es importante que evalúes tus necesidades individuales con un profesional de salud.
¿Cuánto hierro necesita una mujer durante la perimenopausia?
Las necesidades diarias de hierro pueden variar, pero en general, las mujeres en la perimenopausia pueden necesitar unos 18 mg de hierro al día (20). Muchas personas suelen obtener la cantidad recomendada de hierro de su dieta; sin embargo, las que tienen sangrados menstruales muy intensos pueden necesitar suplementos de hierro (20). Consultar a un profesional de salud puede proporcionar recomendaciones personalizadas.
¿Puedo tener carencia de hierro en la menopausia?
Cuando llegas a la menopausia, deja de venirte la regla y ya no pierdes hierro con el periodo (31). Como resultado, tus necesidades diarias de hierro disminuyen de unos 18 mg al día antes de la menopausia a unos 8 mg al día después de la menopausia (20). En las mujeres menopáusicas, las causas más frecuentes de anemia ferropénica son las hemorragias gastrointestinales crónicas o los problemas de absorción relacionados con afecciones gastrointestinales como la celiaquía y la enfermedad inflamatoria intestinal (16).
La información proporcionada tiene fines educativos y no debe sustituir al consejo médico profesional. Consulta siempre a un profesional de salud para obtener orientación personalizada sobre salud y bienestar.